El Parkinson es una enfermedad cerebro-nerviosa en la que mueren las células nerviosas de una región del cerebro, la sustancia negra.
No se conoce bien la causa del Parkinson. Se sabe que se producen depósitos de la proteína alfa-sinucleína, que parece ser responsable de la muerte de las células nerviosas. Sin embargo, no está claro por qué se producen estos depósitos.
Las células nerviosas que mueren en el Parkinson son importantes suministradoras de dopamina. Esto conduce a una falta de dopamina, que causa los síntomas del Parkinson. Entre ellos se incluyen temblor (temblor de manos y más tarde también de pies), rigor (rigidez muscular), bradicinesia (movimientos lentos) y inestabilidad postural (postura alterada y encorvada).
El Parkinson se trata tradicionalmente con el principio activo L-dopa. Se trata de un precursor de la dopamina a partir del cual el cuerpo puede producir dopamina. Esto puede aliviar la mayoría de los síntomas.
También se prescribe fisioterapia de forma habitual para mantener la movilidad durante más tiempo y contrarrestar los trastornos del movimiento.
Los micronutrientes también pueden apoyar la terapia.
Coenzima Q10
Coenzima Q10 es un importante antioxidante que el organismo puede producir por sí mismo. Sin embargo, su producción disminuye significativamente con la edad. La coenzima Q10 también es necesaria para la producción de energía en las centrales eléctricas de nuestras células, las mitocondrias.
Se sospecha que el mal funcionamiento de las mitocondrias es una de las causas de la enfermedad de Parkinson.
Los estudios iniciales sugieren que tomar coenzima Q10 puede ralentizar la progresión de la enfermedad. Sin embargo, la situación de los estudios en este sentido no está clara.[1]
Ácidos grasos omega-3
La inflamación puede dañar las células nerviosas y se sospecha que la inflamación del cerebro favorece la enfermedad de Parkinson.
El ácidos grasos omega-3 EPA y DHA tienen un efecto antiinflamatorio y también protegen los nervios.
Los primeros estudios sugieren que la ingesta de ácidos grasos omega-3 podría ralentizar la progresión de la enfermedad de Parkinson.[2] Sin embargo, se necesitan más estudios para confirmarlo.
La vitamina D
Los pacientes de Parkinson se ven afectados con mayor frecuencia por deficiencia de vitamina D que las personas sanas.[3] Por el contrario, un nivel elevado de vitamina D parece proteger contra la enfermedad de Parkinson.
Por desgracia, los resultados de los estudios sobre la vitamina D en la enfermedad de Parkinson no están del todo claros. En un estudio, sin embargo, la ingesta de vitamina D fue capaz de ralentizar la progresión de la enfermedad.
Independientemente de si la vitamina D puede influir en la progresión de la enfermedad, las personas con Parkinson deben asegurarse de tener un buen aporte de vitamina D. Esto se debe a que la vitamina D tiene muchas funciones importantes en el organismo y también fortalece los huesos. Esto es muy importante teniendo en cuenta el alto riesgo de caídas que conlleva el Parkinson. Además, la carencia de vitamina D está muy extendida y las personas mayores corren un riesgo especialmente alto.
Vitamina B
La L-dopa puede minimizar la absorción de vitaminas B y aumentar así el nivel de homocisteína. La homocisteína es un producto metabólico tóxico que requiere vitaminas B para descomponerse.
La homocisteína puede dañar las células nerviosas y se sospecha que unos niveles elevados favorecen los trastornos del movimiento en la enfermedad de Parkinson. Por tanto, los pacientes de Parkinson deben asegurarse de que tienen un buen aporte de vitaminas B, especialmente vitamina B6, ácido fólico (vitamina B9) y vitamina B12.
Precaución: La ingesta de vitamina B6 debe limitarse a 5 mg, ya que dosis superiores pueden reducir el efecto de la L-dopa.
Antioxidantes
Se sospecha que el estrés oxidativo favorece la enfermedad de Parkinson.[4] Las personas con Parkinson tienen marcadores de estrés oxidativo significativamente más altos que las personas sanas. Se sabe que el estrés oxidativo puede dañar las células nerviosas y se sospecha que el estrés oxidativo contribuye a la muerte de las células nerviosas en la enfermedad de Parkinson.
El nivel de glutatión, un importante antioxidante endógeno, también disminuye en los pacientes de Parkinson. Por el contrario, las personas que toman muchos antioxidantes, como vitamina Cvitamina E y carotenoides, tienen menos riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson.[5][6]
Polifenoles
Los polifenoles son sustancias vegetales secundarias que tienen propiedades antioxidantes y protectoras de los nervios. También parecen capaces de contrarrestar los depósitos de la proteína alfa-sinucleína. Se cree que estos depósitos en la región cerebral afectada por el Parkinson son responsables de la muerte de las células nerviosas.
En la placa de Petri, los polifenoles resveratrol, curcumina y el galato de epigalocatequina (EGCG, del té verde) pueden impedir la aglutinación de la alfa-sinucleína.[7] Por desgracia, aún no se han realizado estudios en humanos, pero como los polifenoles tienen efectos positivos en el organismo de muchas maneras, sin duda merece la pena probarlos. También Extracto de semilla de uva (OPC) y extracto de semilla de pomelo contienen muchos polifenoles valiosos.
Conclusión: No deben faltar micronutrientes esenciales en la enfermedad de Parkinson
Los micronutrientes pueden ayudar a contrarrestar el estrés oxidativo y la inflamación, que parecen desempeñar un papel importante en el desarrollo de la enfermedad de Parkinson. Los pacientes de Parkinson también deben asegurarse de tener un buen aporte de vitaminas del grupo B para prevenir el daño nervioso causado por el aumento de homocisteína.
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[1] https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/26553164/
[2] https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28342967/
[3] https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3091074/
[4] https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/26217195
[5] https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28386384/